Cuando me refiero a la ortodoxia, no suelo llamarle una religión, ya que la religión es un invento del hombre caído, que ha buscado desde su estado de pérdida de la gracia volver a comunicarse con el Padre creador. Antes del pecado ancestral el hombre vivía en plena unión con Dios, era inmortal, era todo perfecto, y cuando el hombre ha caído en el pecado, se ha alejado de Dios y perdido la “jaris” (la gracia). Es de esta manera que se malogra ese estado puro y comienzan las enfermedades y la muerte, o como decimos los ortodoxos, la dormición.
La ortodoxia, pues, es subversiva en referencia a la idea generalizada que existe sobre la religión. Por ejemplo el planteamiento de que cada ser humano es un “Micro-Theos” y que la religión, como tal, es una invención del hombre caído del estado de divinidad, nos puede ayudar a entender por qué todo ser humano necesita la theosis que propone la ortodoxia para llegar a Dios más allá de toda religión. Por lo tanto, la religión es un invento humano, y eso no es el Cristianismo en esencia.
La ortodoxia es un estilo de vida específico para la salvación y esto es lo que define la esencia del Cristianismo.
Existe un término conocido entre los cristianos ortodoxos llamado Theosis, ¿qué quiere decir esto? Que la Theosis es el estado en el que el hombre vuelve a ser como Dios, vuelve a estar en plena unión con ÉL. Es común escuchar esta frase “Dios se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios”, (con esto hago referencia a lo expresado arriba al decir que el hombre es un “Micro-Theos”), una expresión que resume toda la obra salvífica de nuestro Dios: Cristo vino a traernos el estado de pureza de perfección que sólo el Padre puede otorgarnos. Para esto hay que reconocer que estamos en falta, que somos pecadores, y necesitamos de la sanación, la “sotería” como dicen los Santos Padres.
Esta sanación se da haciendo uso de estos tres remedios espirituales que detallaré a continuación, y que solo nuestra madre Iglesia, ¡maravilla y hermosura!, nos regala para ser partícipes del estilo de vida ortodoxo:
Los sacramentos, la dirección espiritual, la oración, la Divina Liturgia, todo lo que nuestra Madre Iglesia nos enseña y ofrece son tesoros revelados para alcanzar la plenitud de la vida, la perfección, y así ser nuevamente como Dios, volver al estado del que nos hemos separado, para dar mayor gloria a aquel que nos ha dado todo su amor, su alegría, su gozo, a aquel que no quiere que volvamos a apartarnos de él, que siempre nos espera con ternura, como el padre del relato del Hijo Pródigo, que con los brazos abiertos lo esperaba para abrazarlo a su llegada, y así Dios a cada uno de nosotros por los siglos de los siglos.
El hombre necesita de la Iglesia, pero no entendida como una institución, como una “religión” tal y como es mayormente concebida en el mundo occidental, sino que más bien debe ser reconocida como una madre que nos guía, nos ayuda a tener un estilo de vida radical, una vida entregada a Dios en los hermanos, en el prójimo.
Pensando y viviendo así, seremos un movimiento de cristianos que queremos vivir como vivían los cristianos en los primeros siglos; de ahí que nuestra liturgia no ha sufrido muchas reformas y de que en la ortodoxia se tiene una fuerte veneración por la tradición. Por lo tanto la mediación de los Padres y Madres espirituales, como así también el testimonio de los santos ascetas y los monjes, son una parte fundamental para el desarrollo de nuestra vida espiritual.
Con la obediencia a ellos, nuestros Padres y Madres espirituales, siguiendo sus ejemplos, es más fácil obedecer los mandamientos de Dios y cumplir con la economía de la salvación; porque Dios Padre sabe muy bien lo que nos hace falta y en su infinita sabiduría nos manda a través de estos servidores, palabras de consuelo, de gozo, de corrección, de amor.
Su hermano en Cristo Ignatios.
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2 thoughts on “La Ortodoxia y la Religión”
Me gustó mucho la reflexión, gracias por compartir. Muchas gracias por todos los hermosos post de este blog.
Gracias, estimada Marta por ser parte de nuestra comunidad. Gracias por tu comentario, y gracias también a nuestro querido amigo y hermano Ignatios por iluminarnos con sus reflexiones. Salud y Paz.