Teosis

Teosis, el compartimiento de la vida divina, fundamentalmente es sacramental, moral, personal, y relacional, significando gozar de la relación divina del Hijo al Padre.

El Hijo de Dios, en Su amor inefable por la humanidad, no solo unió Su hipóstasis divina a nuestra naturaleza, y tomó un cuerpo con un alma racional, ha aparecido en la tierra y ha vivido entre los hombres; sino, … Se unía con los mismos hipóstasis humanos, y Se relacionó con cada uno creyente por la comunión de Su Santo Cuerpo, convirtiéndose en un solo cuerpo con nosotros y nos hace un templo de la Divinidad entera; por el plenitud de la Divinidad habita corporalmente en Él. Solo Uno puede ver a Dios: Cristo. Es necesario unirnos con Cristo para ver a Dios. (San Gregorio Palamas)

Si somos creados hijos de Dios, también hemos sido hechos dioses; pero esta es por adopción por gracia, y no de la naturaleza creada. Dios mismo nos prepara para esta unión que nos deifica en que se prepara la disposición del pecador que le permite recibir gratuitamente el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo efectúa el cambio en el hombre por Su presencia que reside en nosotros su templo. (San Agustín) 

“Regocijar en Dios quiere decir poseer a Él. Entonces junto con la gracia que por su naturaleza conforme a Dios, y nos lleva al regocijo de Dios, solamente podemos disfrutar del Don del Espíritu Santo, a poseer es poseer a Dios Mismo.” (San Buenaventura)

Cuando la mente ha superado conocimiento, reflexión, cogitación, e imaginación, y descubre que Dios no es un objeto que un hombre pueda comprender, es posible conocerle directamente a través unirse. Como hemos sido aceptados por el Padre como sus hijos por gracia en y por nuestra incorporación en Su Hijo por su naturaleza, la criatura es el regalo que Dios nos comparte por su gracia. Teosis no es solo nuestro premio no merecido de nuestras fuerzas de oración y ayunos. Dios es la fundación de tales esfuerzos.

La existencia Eucarística es Triuno en substancia y estructura; por y en el Espíritu Santo, a través y con Jesús Cristo, ofrecemos nuestras alabanzas, oraciones, sacrificios, y servicio al Santissimo Padre. Nuestra vida Triunfal es el corazón y contenido de nuestra transfiguración en Jesús Cristo. Los bautizados viven en Dios y conocen a Dios y viven con Dios. (Metropolitano Zizoulas)

La consumación escatológica del cosmos pone a Dios y Sus intenciones en plena y gloriosa revelación.  Es a este final a que todo sigue en movimiento, y ese final no es menos que el único verdadero Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. El autor de la historia cósmica no más está escondido. Su teofanía en y como su creación está completa. <<Todo está deificado en Cristo; todo está hecho nuevo. >> Dios se hace hombre por la razón de la divinización del hombre; y el hombre, Dios, por la razón de la Encarnación de Dios. Por el Logos de Dios (y Dios) siempre será todo y todo en todo para lograr el misterio de haber tomado carne.” (San Máximo el Confesor)

Teofanía está realizado como Cristofanía; el cosmos se transforma como cuerpo de la Palabra Eterna. El carácter de la Santa Trinidad como amor absoluto está perfectamente revelado y manifestado. Como profetizó el Apostol Pablo, cuando Dios ha traído todo a su fin, será <<todo en todo.>> (1 Cor 15:28) como es <<todo en todo>> en cada individuo. Lo malo no existe por naturaleza aparte de la decisión libre [de la criatura]; cuando toda decisión libre está finalmente en Dios, lo malo será aniquilado porque no hay una criatura que pueda aceptarla… (San Gregorio de Nisa)

El punto y razonamiento de la Encarnación es nuestra divinización que ha sido interrumpida por la cual de la Caída primal; la base de nuestra divinización es la Encarnación de Cristo. Aun hemos sido salvados y divinizados no solo como resultado aparte de la Encarnación; el humano Jesús es Él mismo la primera instancia y el arquetipo de nuestra divinización. Nuestra deificación es nuestra participación en la vida y pasión de Cristo.

“Debo ser sepulcrado con Cristo, resucitar con Cristo, convertirme en un hijo de Dios, ser llamado Dios mismo.” (San Gregorio de Nisa).